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A PROPÓSITO DE UN SUEÑO CON TÍTERES Y DE UNA CIUDAD
En la hermosa Ciudad de Cali, las luces del arte teatral no se apagan. Aún podían escucharse los aplausos de las últimas presentaciones de la 21 Feria Internacional de los títeres, cuando el acogedor espacio de la Casa de los Títeres se colmaba de ansiosos espectadores en espera de la algarabía bulliciosa, proveniente de los seres del teatrino; “retablo de maravillas”, al decir de don Miguel de Cervantes y Saavedra. Desde el 26 de abril al 5 de mayo, se daría continuidad al proyecto liderado por la agrupación Pequeño Teatro de Muñecos, guiados por sus hacedores Leonor Amelia Pérez y Gerardo Potes. El 18avo. Festival Internacional de Títeres haría realidad el carácter que sustenta el Festival: “Cali, un sueño con títeres”,
Nombrar los esfuerzos que soportan convertir en realidad un sueño es tarea de empecinados e inclaudicables guerreros que con sus sensibles armas: los títeres, se enfrentan día a día a obstáculos de toda índole. El desinterés oficial; la apatía burocrática; la subvaloración y frivolidad presuntuosa y otras visibles u ocultas miserias humanas resultan fortalezas a demoler ante una expresión escénica que, desde milenios, ha revelado al hombre las infinitas posibilidades contenidas en el teatro de figuras animadas.
Teatro para todos, independientemente a la apropiación que el público infantil ha hecho de los títeres y de sus artimañas, la práctica titiritera convoca a una infinita ascensión creativa en la cual el hombre construye, ama y anima; haciendo que sus muñecos se levanten y comiencen a andar por esos caminos trazados libremente al paso de trashumantes teatreros cantados por el poeta cuando entona aquello de que “…no hay camino, se hace camino al andar”.
Los caminos; los cauces han sido abiertos por las imprescindibles acciones sociales de alta resonancia coral sostenidas por el Pequeño Teatro de Muñecos, de Cali, El Festival Internacional de Títeres, la Feria de los Títeres y la participación de titiriteros de todas partes, coronan estos eventos en la que los intercambios, temáticas, tecnologías, prácticas, saberes, resumen un arsenal de experiencias múltiples y válidas en sus diferencias y aproximaciones, enriquecedoras todas tanto para los creadores como para los fascinados espectadores.
En esta décima edición del Festival se dieron cita agrupaciones teatrales como Hop Signor Theatre (Grecia); Compañía Lumiato (Brasil); Roberto White (España - Argentina); La Chifloneta (Argentina); Titiritainas (Ecuador); y las compañías La escotilla teatro y títeres, Pequeño teatro de muñecos, de Colombia.
La ajustada programación no dará descanso a los títeres y mucho menos a los titiriteros. Presentaciones en la propia sede de La Casa de los Títeres, el Festival se extendió a diversas Salas Teatrales, Plazas, Centros Escolares, Bibliotecas, Corregimientos alejados del centro urbano y a otros espacios alternativos de amplia convocatoria de espectadores convirtieran a la Ciudad de Cali no en un “sueño” sino en una realidad viva con títeres. Si añadimos los foros de discusión celebrados en las noche entre los colegas, el nivel de apreciación de lo presentado, puntualizó fuentes temáticas, selección de técnicas de animación, diseño y construcción, así como una síntesis histórica de cada uno de las compañías presentes ampliaron el conocimiento mutuo de cada uno de los participantes.
El proyecto Casa de los Títeres en sus 21 años de existencia continua trabajando, robusteciendo nuevas áreas afín a su especialidad. Sus espaciosos salones darán cobertura a una sala expositiva de figuras de alto valor histórico y museológico, donadas por prestigiosos creadores, confiados en la responsabilidad educativa que tal muestra sustenta, Otro salón se destinará a Biblioteca o Centro de Documentación sobre el arte de los títeres, atesorando materiales de consulta imprescindibles a nuevas generaciones de titiriteros y estudiosos.. Libros, programas de mano, folletos, carteles, están siendo rigurosamente catalogados y fichados en función de ofrecer material informativo de primera mano.
En el pasado la historia del arte titiritero; sus particulares formas de expresión; sus históricos personajes-títeres unidos a sus animadores, entre otros componentes de la titeritería han sufrido el bochornoso silencio de la ignorancia estéril o del miserable olvido. En los días que corren las condiciones marcan otros vientos mucho más favorables acerca de la preservación de hitos, fracasos, estéticas, filosofía, praxis de una teatralidad que ha acompañado a la luz, a veces a la sombra, a los pueblos.
Revistas especializadas en el arte de los títeres testimonian en sus páginas el pensamiento, reflexiones, imágenes, dramaturgia, reseñas, críticas, entre otros valiosísimos aspectos el cuerpo teórico y funcional de la práctica titiritera.
A estas valiosísimas publicaciones se suma Cali, un sueño con títeres, con once números publicados por La Casa de los Títeres y el grupo Pequeño Teatro de Muñecos. Revisar cada uno de sus ejemplares proporciona al lector el crecimiento y solidez en la apreciación valorativa del títere como realidad expresiva del arte y de la cultura. Firmas de autorizados creadores como los maestros argentinos Javier Villafañe; Roberto Espina y los hermanos Héctor y Eduardo di Mauro; el ruso Serguei Obraztsov; la mexicana Cecilia Andrés; el español Toni Rumbau; el chileno Sergio Herskovits, entre otros valiosos colaboradores, amplían el infinito horizonte de los retablos titiriteros y los seres que los pueblan. Cali, un sueño con títeres, acerca la perspectiva iluminada, en su comprometida dirección, hacia la soñada realidad.
En junio de 1983 el Pequeño Teatro de Muñecos inicia un trabajo de investigación y defensa del universo del arte teatral titiritero y sus nexos con la anónima creatividad de los pueblos. Rescata y compendia una amplia selección de narraciones de la costa del Pacífico colombiano. Estos trabajos culminan con la realización del montaje de Las orejas del pícaro tío conejo, a partir de la cuentería popular de la zona. Se abría así, la hechizante aventura compartida de convertir a Cali en una realidad soñada o en un sueño hecho realidad gracias al arte titiritero; alimento gozoso; energía edificante del ser humano.